jueves, 12 de julio de 2012

A mi madre querida...


Que puedo decir de la persona que me dio la vida… como puedo explicar lo que siento… como puedo transmitiros lo que comienzo a vivir….


Ella,  toda su vida la ha dedicado a nosotras, ha hecho lo que creía mejor, más beneficioso, más positivo, todo era poco para cuidarnos, mimarnos, consentirnos, protegernos…



Su vida transcurrió feliz y dura a la vez, huérfana de madre a edad muy temprana vivió con su tía, con la que convivio el resto de la vida, incluso cuando se casó.



Hizo de nosotras el centro de su vida, sus niñas del alma, sobreprotectora en manera sublime, consentidora en otras facetas, tolerante en muchas, y madraza hasta el límite de los extremos.



Nunca giró su mundo en ningún sentido más, imagino que así son la mayoría de las madres de nuestra generación,  tan entregadas a la causa única de ser madres. No quiero decir con esto que las madres de ahora sean peores, pero tienen menos tiempo y por lo tanto menos dedicación  a los hijos,  pues el ritmo de vida trepidante de ahora no se parece en nada al de antes,  en el que el núcleo de la familia era prioridad y prioritario, y ahora,  todo es diferente,  pues la sociedad está enfocada de otra manera,   es mas impersonal,   más fría en sentimientos filiales... está más abocada al mundo material, laboral, e individualista e impersonal…



Ahora a sus setenta y ocho años diagnosticada de alzheimer,  ha comenzado su regresión a la niñez, su regresión a un mundo que no la puedes acompañar,... en el que solo está ella,  y,  un mundo que su mente distorsiona hasta hacerla irreconocible, su expresión está cambiando,  su manera de ser,  comienza a asemejarse a una niña grande… que no es capaz de discernir entre la realidad y los cuentos, que su realidad se aleja más y más de nuestro vivir. Está todavía en el primer estadío pero, …como se le nota ya, repetitiva hasta la saciedad, ausente… de la realidad, agresiva cuando se defiende de lo que ella cree vislumbrar... que,  la mayoría,  son irrealidades... y,  ya peligrosa en algunos quehaceres cotidianos…



Escribir y relatar esto,  me remueve todos mis sentimientos,  y,  me produce ganas de llorar de pura tristeza, pues soy consciente de que en un tiempo no muy lejano,  no me podre refugiar en sus brazos,  como siempre lo he hecho,  a pesar de mi edad,  siempre me he arrojado en sus brazos,  y me he abandonado en su cuerpo cuando lo hacía, pero...   ahora, ahora...  me toca a mi,  darle la vuelta,  como a todo lo que pasa por mi vida…

Tendré una paciencia infinita, seré cariñosa, consentidora, tolerante… y más,  porque se lo debo,  y nunca,  se lo  pagaré bastante, solo por el hecho de darme la vida,  con sus aciertos, torpezas, equivocaciones y limitaciones pero…  iban todos sus actos cargados de tanto amor sin medida,  que,  no se equivocó en iluminarnos el camino, pues tanto mi hermana como yo, nos hemos forjado una personalidad definida y hemos sabido caminar por la vida,  y,  luchamos por conquistar siempre la felicidad.



Mamaina, sé que nunca leerás este escrito pues no coges el ordenador,  pero quiero que todo el mundo lo lea,  para que sepan,  que TE QUIERO, y por los oscuros senderos que tu mente te arrastre, allí estaré yo para darte mi mano, una mano que aunque no reconozcas, sentirás que es cálida  y conciliadora y aunque tus olvidos hagan lagunas oscuras en tu mente tu cuerpo siempre estará arropado por nosotras.

Croares para tod@os l@s que me lean.

Luisa Martínez.LILITRANA

2 comentarios:

  1. Preciosa tu madre. En algún lugar de su mente, siempre, estaréis vosotras. Creo que eso es algo que ninguna madre olvida jamás. Pese al alzheimer. Pese a que no podamos sentirlo. Estaréis ahí. Seguro.

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  2. ¡Qué bonitas palabras Luisa, aunque un poco tristes a la vez! Una madre pienso que no olvida nunca a un hijo a pesar de esta enfermedad, cuya característica principal es el temible y triste olvido de los recuerdos. Lo he vivido con alguien muy cercano, puedo decirte que esa madre podría no reconocer a marido, amigos, familia...pero era mirar a su hijo... y decir su nombre. Su sonrisa al verlo, la expresión de su cara..
    Creo que la memoria puede dormir y no recordar… pero el corazón nunca olvidará lo que ha sentido. Un besin muy grande.

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