Gonso, es pequeño, peludo, con unas orejas muy grandes, unos ojos redondos con los que me mira de una manera infinita.... su color es canela y me llena el corazón a diario.
La historia de Gonso es en sus comienzos tristona... rescatado de un orfanato perruno, llego a mis brazos mas flacucho de lo que es todavía... con la naricita pelada, y sin brillo en su pelo, temeroso de todo y de todos, cualquier movimiento le parecía una enorme amenaza.
Yo, soy una ávida experta en dar "mimos", y Gonso desde el primer momento me provocó una ternura inmensa, lo vi desvalido, indefenso, frágil, con temor...
Poco a poco, fue superando sus traumas y miedos, no soportaba quedarse solo, lloraba desesperadamente, pensaba, que lo abandonarían de nuevo...
Tenía ocho meses, ahora tiene ocho años, es plenamente feliz, y muy, muy consentido, soy incapaz de negarle nada cuando me pone esos ojitos redondos, se agarra a mis piernas y me lloriquea cuando quiere algo, como subir a ver a los abuelos....y a Milisis, el gato de mi sobrino, son muy amigos y juegan a correr uno detrás del otro, Milisis es negro, brillante y más grande que Gonso!!!
Cuando quiere una chuche...
Está todo el día pegado a mí, el sillón que uso frente al ordenador es muy cómodo, grande y con muchos cojines,... entre todos ellos, Gonso pegadin a mí.
Cuando tengo los brotes como ahora permanezco muchos periodos de tiempo en la cama...y, él se acurruca a mi lado y no se mueve del lugar nada más, que para ladrar si oye algún ruido que no le gusta...él es el protector de la casa y tiene la autoestima de un león. ¡Vamos, que estoy protegida!
Cuando lo baño, es un poema... me mira suplicante y tembloroso, se resbala con el jabón y se le ve ¡pequeñin, pequeñin!. Luego cuando lo seco, queda esponjoso, se pone muy contento y corretea por toda la casa, quiere que yo lo persiga... como si fuera un niño pequeño.
Aprendí a cortarle el pelo y cuando me encuentro bien se lo corto yo, porque en la peluquería perruna sufría mucho pues siempre piensa en el abandono...
Es mi compañero de alegrías y penas, cuando tienes un perrito acabas hablando con él, y él te mira atentamente, ladea la cabecita y perece entender todos tus estados de ánimo. Tener un perro en tu vida es una maravillosa terapia contra la tristeza, ya sea pequeño como es Gonso o grande, no importa el tamaño, todos tienen un corazón agradecido y noble. El que mejor te recibe, el que salta a tu alrededor, de puro contento y alegría contagiosa, son fieles hasta después de la muerte, con una fidelidad difícil de encontrar a veces en nuestros semejantes...
Gonso es una parte de mi vida y me hace feliz su generosa compañía.
LILITRANA
http://lalagunadelilit.blogspot.com.es/
Croares para tod@s los que me lean.
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